miércoles, 20 de febrero de 2013

Domingo 17 de febrero: Tarde de Vino y Juegos

Hay días en que los astros se alinean favorablemente para regalar un gran momento, y eso es lo que nos aconteció la tarde del pasado Domingo 17 de Febrero.

Habíamos quedado Martos, Arsior y servidor a las 16:00 horas en el Rvbicon y ante el variado catálogo de juegos a nuestra disposición, decidimos llevar cada uno un eurogueim sencillo y decidir in situ a qué maniobrar después.

Yo me llevé El Capitán de Wolfgang Kramer y Horst-Rainer Rösner, edición de 2007 de QWG Games; Arsior trajo su Vintage de Gil d'Orey edición de 2011, un juego y autor desconocidos. Finalmente Martos trajo el Toledo 1985 de cartas.

EL CAPITÁN

Decidimos comenzar por El Capitán, juego de 2 a 5 jugadores ambientado en el siglo XV, cada jugador lleva a un capitán mercante el cual se dedica a viajar por los puertos del Mediterráneo. El tablero simula la mesa de un capitán de barco, con nueve litografías que muestran a nueve importantes puertos del Mare Nostrum.

Cada uno cuenta con una ficha de barco (de madera y simbólica) y la mecánica va de construir almacenes o una fortaleza en cada puerto. Te mueves con cartas de navegación que previamente has de comprar, y al arribar a un puerto puedes construir un almacén (una casita tipo "Monopoly" de madera) Cuando te falta dinero, debes ir al puerto "del banco" y pedir un préstamo.

Cuando uno de los participantes ha construido los seis almacenes y la fortaleza, se termina el turno y se hace recuento, el primer y segundo capitán con más almacenes construidos en cada puerto cobran una cierta cantidad de florines, habiendo un bonus por cantidad de puertos con alguna construcción. Se juegan tres turnos y al final del último gana el que más dinero posee.

Aunque hace más de dos años que lo compré, todavía no lo había jugado, de manera que cedí a mis compañeros el placer de destroquelar las numerosas monedas de florines, desde 1 a 50, de cobre, plata y oro. Cometimos algún error de ejecución en el primer turno, hasta que con el manejo lleguemos a entender toda su mecánica. El juego cuenta con una expansión de tres puertos opcionales, Oporto, Lisboa e Islas Canarias adecuados para 4 ó 5 jugadores, pero Arsior insistió en incluir a Oporto por una poderosa razón...

Resulta que Arsior, amante del buen vino como los restantes concurrentes, tuvo el detallazo de traer una botella de Oporto Reserva Twany en una funda enfriadora, copas reglamentarias y frutos secos salados, que junto al queso curado que trajo Martos prometía un maridaje estupendo, que alcanzó el rango de sublime al degustarlo con la bella visión del puerto de Oporto y la posterior partida al Vintage, navegando por entre las venerables cepas del Alto Duero.


El Capitán nos gustó a los tres, es un eurogueim sencillote con la suficiente estrategia y cálculo para satisfacer nuestro veterano paladar, tablero y cartas estéticamente preciosas y aunque no aporte nada nuevo a nivel de mecánicas, están bien conjuntadas ofreciendo equilibrio y la suficiente estrategia. Apenas hay interacción entre los jugadores en el modo para tres jugadores, de manera que la única forma de fastidiar a los contrincantes es fondear antes tu barco en un puerto determinado.

La expansión para 4 ó 5 jugadores con los tres puertos del Atlántico, cuenta con un barco pirata que comienza en Las Islas Canarias, el cual puede ser movido por todos y este elemento sí que fastidia a los propietarios de los edificios sitos en los puertos dónde vaya el barco pirata.

Aún con los continuos titubeos y lecturas iniciales del reglamento, antes de las 19:00 horas ya habíamos terminado la partida, con victoria ajustada del barquito azul bajo mi mando, debida especialmente a la ventaja conseguida en el primer turno fruto de la inexperiencia de mis compañeros con sus entresijos.

Tenemos que volverlo a jugar, lo haremos mejor y seguro que estaremos menos de dos horas con él, en suma, una experiencia positiva.

VINTAGE

Después Arsior desplegó su Vintage, al cual sólo había jugado una partida tiempo ha, el tablero recrea un mapa del Alto Duero dividido en tres zonas ribereñas al gran rio, la más cercana al mar cuenta con una tierra menos fértil para los viñedos, la central es la más fértil y la última ya casi lindando con España, es intermedia en este aspecto.

Cada jugador comienza con un viñedo en la zona baja, pudiendo comprar un par más a lo largo de la partida. Pero se han de comprar con Puntos de Victoria, y eso sólo se consigue vendiendo tu primera cosecha. Dispones de seis trabajadores, un capataz, un barquito fluvial y un pequeño tablero individual para mostrar los barriles almacenados y su crianza. Se planean las diferentes acciones posibles con las fichas de trabajadores y el capataz, una vez que se han efectuadas avanza el turno un año.

Los barriles de las cosechas se transportan en el barquito hacia el almacén general que está cerca de la desembocadura del rio. Allí salen al mercado convirtiéndose en Puntos de Victoria.

Cada año posee una calidad que influye en las uvas que darán la cosecha, va de 0 a 3, sumándose a la calidad de cada vendimia ese número. Los años malos son adecuados para hacer aguardiente, y los buenos lo son para hacer vino. Sin embargo, para hacer vino debes gastar aguardiente almacenado en tu bodega. No se sabe el clima que hará al año/turno siguiente hasta que se desvele el preceptivo marcador oculto. Hay además cartas que permiten efectuar acciones ventajosas, conseguidas merced a los trabajadores, no pudiéndose poseer más de dos en tu poder.

Sin contar con muchos elementos, son los suficientes para asegurar una buena variedad de estrategias diferenciadas, la incerteza climática y de las cartas de ventaja que salen cada turno no aseguran nada, igual que en la vida real y dejando abierta la partida. A ello deben sumarse todos los detalles de las reglas, los cuales apreciarán y entenderán todos los amantes del buen vino.

Pero lo mejor fue degustar aquel espléndido Oporto estilo Tawny envejecido 10 años en noble barrica de roble, con esa intensa aromaticidad reforzada por la relativa elevada presencia de alcohol rematada por un perfecto toque de dulzor, cuando al unísono el sol vespertino moría en lontananza a través de los ventanales orientados al oeste. Ver al barquito navegando Duero arriba mientras el Astro Rey iluminaba su vela, a su lado sus rayos acariciaban las copas de vino realzando aún más el intenso marrón dorado de un líquido digno manjar de Dioses; su aroma fruto de una lenta y cuidada maduración en vieja barrica ascendía por la estancia envolviendo toda la mesa de juego y a sus comensales. Las lonchas de queso bien curado culminaban una simbiosis perfecta capaz de saciar al más exigente de los paladares.

Sencillamente sublime.

Al terminar, ya entrada la noche, Arsior y servidor habíamos empatado a 22 puntos, pero en el desempate ganaba él al tener un par más de barriles en su bodega; Martos no quedó muy descolgado a pesar de disponer la mayor parte de los turnos sólo de dos viñedos; ¿qué más daba? Lo de menos era el resultado, lo importante era haber descubierto un buen juego en buena compañía y con la mejor y más acorde ambientación que imaginarse pueda.

Como mis cofrades debían conducir para regresar a sus hogares, no pudieron abusar del fabuloso Oporto, de manera que les hice el favor de zamparme la mayor parte de la botella.

El Toledo 1985 deberá esperar a otra jornada de juegos.

Realmente hay días en que los astros se alían para regalar a los mortales un gran momento.

El pasado domingo fue uno de esos días.

Fotografía by: José Luis Pérez Martos
Crónica by: Silverman alias Josep Sánchez

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